Desde que pertenezco a Cristo soy conocido y amado por el. Jesús conoce bien mi nombre, el que llevo desde el día en que hizo que viniese a este mundo. Él me ama, no por lo que seré sino tal cual soy, y esto porque la fuente del amor esta en él. en un mundo donde la vida esta cuantificada en términos de productividad o de gastos, mi salvador me atribuye un valor intrínseco, inmutable porque está ligado al pecio que él pagó por mi.
Sí, el Señor me conoce bien, su grandeza no lo aleja de mí. Sea cual sea mi estado, él se acuerda de mi nombre y de los planes de amor que tiene preparados para mí. En la mañana de su resurrección lo manifestó de una manera especial a una persona afligida: "Jesús le dijo: ¡María!" (Juan 20:16)
Puede suceder que yo pierda el contacto con el, por ejemplo, porque busque otra cosa diferente a su comunión. Entonces se acerca a mi, como lo hizo con su discípulo Pedro, y me dice llamándome por mi nombre: "¿Me amas?" si estoy dispuesto a responder sinceramente, confesando mis errores, volveré a hallar el gozo de su presencia y quizá, al igual que su discípulo, tendré la prueba de su confianza bajo la forma de una misión especial (Juan 21:15-17).
Sabes mi nombre desde antes de mi concepción.